lunes, 13 de septiembre de 2010

Fátima camino al filo, 7 a. m.


Mucho sueño para atarme los cordones acá en el Rancho. Para ir al filo de la sierra hay que salir temprano. Acá estoy, firme, para que se me pase el stress, para que vuelva la calma de “Fátima controlada, que hace bien las cosas, que nunca nos defrauda”, para mi descanso tuve que enfrentar los ojitos fríos del hijo de Don Yiro y pedirle un adelanto de vacaciones en el vivero, y tuve que hablar en la facu para postergar mi parcial y con los chicos para que me banquen la entrega de fin de cuatrimestre. Para tener la tranquilidad, primero tengo que ganármela, enfrentarme a pedir, que es lo que más me cuesta, porque nadie lo hace por mí, ni pensarlo, yo soy la adulta, siempre fui adulta y en casa todos son chicos, más ahora, adulta, iniciada, en la muerte, en el amor, igual, igualita a la amante del Amante de la china del Norte, una nena y su amante adulto.
El adulto, Xavi, ¿El maestro? ¿Ese dolor había que atravesar para aprender? ¿Y a mí qué me importa aprender las cosas del amor? En realidad no necesito que los varones después de estar conmigo queden prendados y no dejen de llamarme, seguramente porque sé garchar y me gusta, no necesito ser deseada, necesito refugio, necesito un nido, un amparo.
Estuvo astuta mamá: -“Un llamado a Estela y tenemos el Rancho de San Javier en Traslasierra por una semana. Te vas tranquila unos días, eso te va a sacar todo este infierno de encima, yo no puedo ir, no puedo dejar a Pirucho sólo, vos sabés… pero te buscás alguien que te acompañe. Y si no, tenés a los caseros y a la gente conocida de allá, que son tan amorosos.”
No se equivoca, me conoce y sabe que este lugar es bueno para mí. Conoce mi naturaleza, sabe que estar afuera, al aire libre, me hace bien, me revive, sabe que la naturaleza se encarga sola de mi.
Acá en la sierra no existe la historia pasada, ni la muerte, ni la pena de amor, acá sólo está el olor fuerte a hierbas, que se vislumbra cuando voy llegando por el camino angosto y sinuoso de piedras rodeado de espinillos.
Es acá donde la sierra se recorta como encajada en el cielo, como fuera de escala en un paisaje tan modesto, porque no están los bosques largos ni el agua majestuosa del sur, acá la sierra se te viene encima, estamos en traslasierra, en el reino de los pájaros, de los yuyos, las piedras, las pircas y el romero, de la cabra y el matuasto; acá se puede respirar porque la gente respira, come, camina, trabaja, pero hace eso, sin más, cada cosa tiene su nombre y su lugar.
Y cuando llego, me pongo alpargatas de yute que compro en el pueblo, y no me las saco, pisando por piedras, calles y capillas, casas de té alemanas y casino de Merlo San Luis, a veces se mojan en los arroyitos y se hinchan y me aprietan los pies, y se ponen bigotudas, pero se vuelven a acomodar, así es la vida acá: poco, austero, cándido. Me dejo las alpargatas hasta que piso la provincia de Buenos Aires, es un ritual, sacarme las alpargatas es haber vuelto, es la campanada de las doce, cuando se acaba el encanto.
Pero hay un día, sólo un día en que no se usan las alpargatas en la sierra, y es cuando se sube al filo, como hoy: la subida dura todo el día, y los que no somos de acá no nos bancamos esa travesía sin unas zapatillas y un par de medias, agua, algún sándwich y chocolate, eso es una tradición oral de los turistas, y nadie la deja de lado, hacerlo sería una falta de respeto para el habitante de San Javier, que sí puede hacerlo con el calzado habitual, porque es serrano.

Elena, a la noche:

-Encontraste mesa, amor
-Sí pero ya me estaba levantando, la chica viene a cada rato para ver si pido y hay gente esperando afuera ¿Qué compraron? ¿a ver? Una muñequita con ropa típica, ¡qué hermosa!
- ¡Y esta bola de cristal!
-Mirá ma, y un monedero, palitos para comer…
-Mirá y un dragón, ma!
-¡Pero es mucho esto! Pablo, la muñeca esa era carísima... ¿Le dijeron gracias a Pablo?
-Ya arreglamos con los chicos, esta noche no nos volvemos, nos quedamos a dormir en un hotel y mañana vamos a la Biblioteca Nacional, dale Elenín?
¿Y cuando se canse de cogerme y jugar a la casita qué va a pasar? ¿Qué quiere éste pibe?
-Bueno, vamos a ver, si se portan bien…
Si se portan bien los tres, incluido él, si no mete la pata con alguna pendejada que me irrite y arruinemos la noche, como tantas noches. Qué ganas de joder, Elena, ¿por qué no te quedás sola?
El chico de Tomaso, el de la misa de Cortine,s quiero estar con él, Juan Manuel, se llama Juan Manuel, Sandra me lo dijo, cómo me dice todo, Sandra el libro abierto de cómo comportarse y qué saber en Luján: “Se llama Juan Manuel, iba a la Industial, y trabaja en la Municipalidad, es arquitecto, tiene un hijo con una mina de Buenos Aires, está con alguien ahora, creo, pero viven por Carlos Keen por eso no se los ve mucho, la mina vino dos o tres veces al local, se llama Cecilia, sí es linda, es bastante linda rubiecita, flaca, él es medio bohemio me parece, porque ¿viste? ser arquitecto y estar trabajando en la muni… pero ¿te gusta ése seguro? Vos estás loca, con el bombón ese de Pablo que tenés, yo la verdad no te entiendo mucho Elena, siempre igual vos, siempre dando vueltas, dejáte de joder, ya los chicos lo conocen , se queda en tu casa casi todo el tiempo, te compra cosas…
Continuará

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