domingo, 10 de abril de 2011

La mujer que plancha


La mujer que plancha se ocupa de que todo esté en orden.
El lavado es algo primario, va casi de la mano de la comida.
Pero el planchado es una carta de presentación.
La mujer que plancha –la mujer que gusta de planchar- se ocupa de que la familia aparezca lisita, sin arruga, sin marca. Borra todo vestigio de desazón, apuro, angustia, sexo apurado, exceso, lágrima. La familia se presenta intachable, inmaculada, como si nada hubiera pasado.
La mujer que plancha se somete al calor, a la incomodidad, a la tozuda sumisión, pero consigue buenos réditos. Esa abnegación es recompensada con el podio, el lugar en el altar de los santos de cada casa. Porque ella, mamá, encorvada sobre la tabla y la pila de ropa, guarda el honor y el orgullo de la familia. Además se reserva el derecho sobre la moral de la casa. Controla, aplasta, ordena, guarda.
Nunca se podrá decir nada de esa familia.
“No somos descuidados, no somos desprolijos.”

En las clases altas, no existe esa mujer, el planchado es entregado al servicio doméstico, en este caso es el servicio el que se encarga de guardar la decencia de la familia. Los secretos compartidos viven en el lavado y el planchado, la fidelidad inevitable al patrón sale a la calle en impecables camisas subiendo a lustrosos autos bajo el primer sol de la mañana. “Aquí no ha pasado nada”.
Las planchadoras son instruidas minuciosamente, para que la familia en cuestión demuestre lo implacable de su autoridad y estirpe.

Las clases bajas, entregadas a los vicios, muestran el descuido de sus vidas en las arrugas de la ropa, el áspero tacto de la remera negra sin la caricia de la plancha, mujeres de mala vida, indolentes, haraganas, no planchan la ropa de sus maridos y de sus hijos, los delantales lucen grises, pobres chicos. Igual, a ellos no les importa nada, andan por la vida a la buena de Dios.

La clase media independiente, los solteros y solteras, casados y casadas a los que no les gusta planchar o no saben -casi todos- es la más castigada: Debe dejarlo en manos de anónimas tercerizadas por los locales de lavado de ropa, y se ve horriblemente sometida a un mal planchado, es víctimas de la justa devolución de las inexpertas e improvisadas planchadoras, explotadas, que devuelven un pobre resultado ante las míseras monedas que obtienen por cada camisa.

Esos jóvenes y no jóvenes que trabajamos y debemos permanecer presentables para los humildes e innumerables puestos en instituciones estatales o privadas, empleados, coordinadores, gerentes de cuanta cosa aparezca somos los que mostramos en este momento la crisis del planchado, no tenemos mamá, no tenemos familia honorable, no andamos a la buena de dios, no nos enseñaron a planchar ni tenemos tiempo ni ganas, no tenemos la ropa planchadita, la tenemos mal planchada y seguimos así, como los hombrecitos de Seguí, apurados, de traje, de falda tableada, corriendo detrás de quién sabe qué.

sábado, 22 de enero de 2011

Nada

La imagen no puede abandonarme, persiste tenaz, alarmante.
Feria de productores hortícolas locales en la plaza de mi pueblo.
Mi oficina, que está frente a esa plaza, está encendida. La perspectiva de salir un día del aburrimiento a comprar verdura fresca y barata en la calle es excitante. Entonces empezamos a turnarnos para cruzar antes de que se lleven todo.
Llega Martín con dos bolsas:
“Hay cola para comprar, re lindas cosas, pero una desorganización, ya se llevaron casi todo y tienen que traer más, y mirá que recién llegan, parece que se habían equivocado de día los bolitas, pensaban que era mañana la feria”.
Sigo trabajando.

Mensaje de texto de Tamara:
“Vení que estoy haciendo cola, ya repusieron y se llevan las cosas como agua.”
Cruzo.
Un gazebo blanco y una cola de gente. Más cerca, la ansiedad para llegar a comprar los pocos productos que hay sobre la mesa. Son pocos, pero son hermosos: remolachas, tomates cherrys y de los otros perfectos, acelga encerada de brillo, ciboulette y otras finezas, todo en grandes canastos de mimbre.
Me pregunto por qué no hay mayor cantidad de productos, me respondo: quién sabe cómo será la relación con los intermediarios. No creo que les guste mucho que un día los bolivianos no les entreguen mercadería por vender directamente en una feria.
Las señoras mayores y correctas limpias y rubias que están haciendo trámites por el centro se acercan fascinadas, sus escotes de enero con pecas y colgantes Bulgary imitación palpitan emocionados, caen en la tentación de la pizarra con los precios y se suman a la cola.
Aire lindo de la mañana bajo las hojas de los plátanos. Se trabaja rápido, la gente de Producción local, hasta la Directora, todos colaboran. Los cherrys y las otras verduras van desapareciendo.
Me voy con las manos vacías. Tamara con dos bolsas enormes.
“¿Qué compraste?”
“Remolachas, un repollo, cebollitas de verdeo, acelga y lechuga morada, capuchina y francesa.”
“¿Cuánto te salió?
“Diez pesos”
“Nada”
“Nada”

Trato de concentrarme en el trabajo, tengo que imprimir urgente, me quiero ir.
Tamara saluda con las dos bolsas en la mano.
“Bueno me voy.”
Contra la puerta de salida se ríe queriendo contar algo.
“El chico que me vendió esto hoy, el boliviano flaquito ¿vieron?, no saben, no hablaba nada… yo le preguntaba: ¿Cuánto sale esto? Y se quedaba pensando, o me contestaba bajito, y yo le decía: Dale apurate que me llevan las cosas. Más lento era… no hablaba…qué se yo, al final le dije: bueno, tomá diez pesos, y me fui. Me traje todo esto”
Nadie le dijo nada, sólo reimos.

Vuelvo a casa con un nudo en el pecho.
Pienso diez mil cosas horribles, tengo un peso en la espalda como de diez camellos.
Ahora, a la maña del día siguiente, sé que puedo escribir muchas cosas sobre esto, pero no tengo ganas de hacer un análisis frío.
Además me siento culpable por no haber puesto en su lugar a esa chica de veinte años que usó su pedacito de poder contra quien le siembra y le vende el alimento desde sus manos y espalda doblada.
Y sé que no hubiera servido de nada… eso es lo peor, ella lo hace cobrándose por sus padres, sus jefes, y todos los que forman parte de esta rueda infinita que siempre termina en el mismo lugar.
Y sólo me queda el instinto de conservación que me dicta agradecer a mis padres, a mis abuelos. Y quedarme en el lugar donde quedaron ellos, hermanos abrazados, no nos importa tener poder. La belleza, la inteligencia y la astucia quedan aquí, esperando por nuestros hermanos, es la única forma que conozco para vivir.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Elena, Lunes de noviembre




Hoy seis horas en el local, el ahogo, y ahora, en casa, el alivio. Qué bueno es el deporte. En la clase de tenis pensar que me moría, maldecir a Hernán por no darse cuenta de que me estaba provocando un infarto y exigirme. Aunque hoy me miraba raro y no exigió tanto… ¿me vería pálida? Me dijo se te ve cansada, encima eso… el chico siempre me dice alguna cosita y yo revivo como la flor después de la lluvia.
Pero hoy me vio cansada.
¿Qué pasa conmigo y ese lugar, ese trabajo? ¿Es un problema de adaptación? Es que está el aire tan enrarecido o yo soy una esponja que ya no sirve?
Soy una esponja llena de aire enrarecido, los alvéolos ya no tienen fuerza para desalojarlo.
Tomo un Nesquick frío, el néctar bendito de mi niñez… llegar a casa de la escuela con calor y prepararlo, más adelante, adolescentes en una quinta, mojados y agitados, con los dedos y los talones en carne viva y los ojos llenos de cloro. Bajo un techo de paja con la cola mojada marcando los bancos de madera reseca.
Vuelve la angustia y vuelve el peso en el pecho, un pensamiento inquietante y ahí está, preparado en el inconciente que lo resguarda para atacar. Y ataca, pecho y garganta, como si tuviera el corazón agrandado hacia arriba y me empezara a ahorcar, el abuelo tenía el corazón agrandado, creo.
De repente creo que voy a morir y tengo miedo, sospecho que esta sensación se debe a la angustia, miedo y stress y que estoy hipocondríaca , sí, todo eso. ¿Y qué hago con eso? ¿Y si estoy realmente enferma del corazón y estoy negando mi grave enfermedad?
“Hacía unos días que se estaba sintiendo mal y le agarró un ataque y se murió, nomás”
Y bueno, morir, y por qué tanto miedo? Por la belleza de la vida, por eso.
Dios mío, ayudame, tengo miedo.
Me acuerdo de un cuadrito que tenía cuando era chica colgado al lado de la cama, era un objeto bastante kitsch pensándolo bien, era un óvalo con marco de plástico simulando metal dorado formando arabescos, y en el centro un dibujo sobre raso acolchado, una pintura antigua estampada en la tela.
Había una nena y un nene al lado de un precipicio, creo, (porque lo veo algo borroso por el tiempo) y junto a ellos, un ángel, pero no un querubín sino un ángel adulto con rizos y túnica blanca y alas. Los estaba cuidando para que no cayeran.
Ahora quisiera ser una nena, custodiada por ese ángel, para apoyarme en el pecho de túnica blanca y apretarme, y llorar mis lágrimas de nena y que me tape con sus alas.
Mamá tengo miedo.
Continuará

sábado, 9 de octubre de 2010

Juan, llegando a la sierra


-Tomá, acá tenés las entradas para ir al Bafici, vayan con Cecilia, yo salgo ya para Yacanto, mi hermana se descompuso de nuevo y está en la clínica, pero vayan a ver las pelis que deben estar buenas y después andá a saber si las dan.
-Pero ¿Qué pasó Juan? ¿No estaba mejor? ¿ No estaba volviendo?
- Se descompuso en el colectivo, un ataque de pánico y se desmayó de nuevo. Ahora la tienen sedada. Qué se yo, quiero controlar un poco porque estuve re borrado y ahí cada uno opina una boludez distinta y estas cosas del bocho no son joda, Nadi.
-Obvio, a mí me da terror, y… pobre Fáti, mucho stress con la joda del boludo éste que se mató.
-Ella se chupa todo, todo lo que les pasa a los demás y se hace la fuerte, pero cuando le toca a ella algo jodido es otra historia, no se la banca.

Por la ventanilla ya se ven las palmeras de Papagayos, ya estamos, ya puedo bajar del Cole y quedarme acá, qué loco, pareciera que Fati y yo fuéramos de la sierra, cuando estamos acá ya no importa nada, nos adaptamos al lugar como si estuviera en nuestra sangre…Me lo podrá haber traído a Marcos, en la sierra somos dos compañeros, camaradas padre e hijo, así como de película, quizás pasamos los días más lindos del matrimonio acá y para él es un lugar de felicidad, a los siete años, claro, no hay nostalgia, sólo presente…a Fati la puedo llevar de campamento cuando ande mejor. Y sí, me pido una semana más y ya me agarro las vacaciones ahora… Cecilia va a hacer quilombo, tiene razón, mal, Juan, ¿Por qué tenés ganas de estar de vacaciones sin ella? Bah, me da lo mismo, bueno, qué se yo, ahora no quiero pensar en eso, ella se quedó con el auto allá tranquila y espero que no joda, no jodió para nada con que me iba… ¿no andará con alguien? Y bueno, si es feliz…
Hoy no tengo ganas de pensar en minas, hoy ya está el olor de los yuyos entrando en los pulmones.
Sí, la voy a llevar a Fátima de campamento, tengo que ver qué lugar está bueno que sea cerca del rancho, vamos a dormir en carpa y tener un poco de miedo, cocinar sólo con fuego y tirarnos con las estrellas arriba como nunca se ven en otro lado. En parte mejor que se murió ese tipo. Qué obsesión la de Fati… entonces ella empezó a aprender guitarra con él hace… ¿Cinco años? Desde esa época se la garcharía? Era re pendeja mi hermana, el chabón nunca me cayó bien, esa onda de alemán cerrado, orgulloso, como mirándote de arriba, era un langa, langa universal, sin modas ni tiempo, y claro, cómo no iba a Estar muerta Fati con él, además, ella tenía diecisés y él veinticinco entonces cuando se conocieron, voy a hablar un poco con ella, pobrecita, nunca contó nada… hijo de puta, es un abuso, se entiende mejor ahora esto del estupro, el mayor está en ventaja y puede dañar al menor muchísimo, al pibe no se le movía un pelo, tenía una minita más para la colección, una nenita para garchar y masajear su ego y ella desfalleciente de amor. ¿Y por qué se habrá matado? Y, estaría podrido de todo, estos putitos mimados que tienen todo…menos mal que apareció el arma… bueno, pensá en otra cosa, te va a subir la presión.
Una llamada, número de Luján, no sé quién es…
-Hola…
-Hola ¿Juan? Habla Elena, no sé si te acordás de mí…perdoname pero quería ver si podíamos juntarnos a hablar de esa época de la misa en Cortinez.
-Ah…Hola, ¿vos sos la chica de Tomaso?
-Sí, qué bueno que te acordaste… sí nos vimos en Tomaso
-Y tenías el libro de Patty Smith.
-Sí…
-¿Lo terminaste?
-No, ya casi…
-Me gusta mucho Robert Mapplethorpe. ¿Está bueno el libro?
-Sí, es hermoso…. Ella es una gran poeta, es delicado… simple, para mí está muy bueno, si querés cuando temino te lo presto.
-¿Cómo tenés mi teléfono?
- Bueno, quería hablar de eso personalmente con vos…estás trabajando?
-No, estoy en un colectivo por llegar a Traslasierra.
-Ahhh
-Qué lástima, pero vuelvo en dos semanas.
-Bueno, no importa.
-¿Querés que te llame cuando vuelva?
-Sí, por favor…
-Bueno, ¿te llamo a este número?
-Sí.
-Bueno
-Bueno, chau.
-Chau.
Continuará

viernes, 1 de octubre de 2010

Juan en la oficina en lunes



Luz de tubo en la mañana, y por ocho horas, todo el tiempo en que el sol está pleno, la mañana madurando hasta convertirse en siesta y yo adentro, en la oficina.
Desde el Facebook alguien me propone el nuevo video clip y tema de Alejandro Sanz. Me gusta, este tipo volvió con lo de antes, y ahí me gusta, con su onda inicial robada de los italianos románticos de los 70 u 80.
Esa etapa de cantaor flamenco andaluz trucho o latino pegando alaridos vergonzosos con Shakira me hicieron tener vergüenza ajena de él y de mí, por haber reparado en él cuando fue a Ritmo de la Noche con su guitarrita y una chaqueta de cuero, y una amiga de la facu me hacía escuchar “Pisando Fuerte”, y nos parecía rara esa forma algo amateur que tenía de cantar.
Ahora aparece ya más maduro, da lo que puede dar ya resignado a los acordes de antes, que le dan resultado, que lo muestran cómodo.
Nadia llega de buen humor, siempre chic, linda, fresca, me da un beso, como siempre su perfume me alegra la vida por un rato:- Hola Juani ¿Vos escuchando Alejandro Sanz?
Se sienta frente a su monitor, abre la novela digital que está leyendo, desayunamos. Silvi y yo, café con leche, Desi llama al vecino de Sueldos y se van a comprar facturas.
Nadia agita una pulsera que le regalaron, que le trajeron de Salta, con cuentas de madera y medallitas de santos y vírgenes diminutas de colores colgando como dijes.
-Tantas vírgenes, tantos santos…que raro vos portando santos
-Huy, sabía que algo ibas a objetar Juani. Sabés? Me da cosa usarla porque yo no quiero que me vean pacata ni chupacirios, Me da cosa usarla porque es como declararme devota de la Virgen…
Entonces no la uses.
-Mirá, vení, están: San Cayetano, con éste no hay problema, es humilde, popular, me gusta porque es bien popular, y…
-Sí, un poco te gusta eso de pedir por trabajo…
-Y, sí, te hace sentir buena, laburante…
-San Francisco… ni hablar, nuestro santo, “el único santo”, raro que esté acá en la pulsera viste? Nunca fue muy buscado Francisco…
-Sí pero ahora con la movida ecológica, capaz que lo siguen los New Age, esto de Hermano Sol Hermana Luna…el lobo, los pájaros…
-La Virgen de Luján, y bue, yo tengo mi corazoncito… es una cuestión de orgullo local, como Flandria.
-¿Y éste? ¿Qué es esto?
-El Niño Jesús de Praga
-No, a ese no lo tenía…ya es como demasiado! No es suficiente con una chorrera de Vírgenes y Santos de todo color y procedencia, que le agregan Jesuses?
-¡Mirá! Tengo también a la Virgen Desatanudos A esta no la quiero, pero… ¿qué hago?, me da un poco de miedo sacar la medallita esta, es como despreciar sus servicios, siento que si la desecho me va a pasar algo.
-Sí, sí, claro… te entiendo
-Pero a la vez, vos sabés creo que ya hablamos de la Virgen Desatanudos,
-Sí, Sí, es como San Expedito…
-Un chamuyo
-Es como… que el nombre lo dice, como…
-Totalmente comercial, redundante…
-Sí, porque… todo es chamuyo, pero ésto ya es excesivo, que el nombre diga lo que hace o el efecto que provoca.
-Y sobre todo, lo siniestro del caso, Juan, es…
-Pará, pará, es como mi amigo Marcelo Marcel,
-Fernando Fernán Gómez, Mauricio Mauri…
-No, mejor es como el Doctor otorrinolaringólogo Garganta, de Mercedes, o el dueño de la casa velatoria Morbideli.
- O la escuela de comedia musical Fracasi.
- Sí, pará, ya está, ya sé, pero volviendo…
- Sí, la Desatanudos
- Bueno: La Virgen Desatanudos, eso de desatar nudos siempre me sonó a brujería, ¿Viste que a veces te dicen? Fulano te hizo un trabajo, hay que destrabarlo, desatarlo, algo así, “en esta casa hicieron un trabajo”, entonces la virgen Desatanudos parece que te destrabara algún trabajo que te hicieron…
-¿Pueden parar che?-Silvi con una mano en el teléfono y una galleta marinera en la otra, nos hace señas – Ya le paso, señora con la persona que le puede informar, Juan, teléfono
-Uy, tan temprano…
-Hola
-Sí señor buenosdías, yo necesito una información, ¿sabe que anoche me soñé con la intendenta? Y quería saber la edad de ella para jugarle a la quiniela…
- ¿Sabe que no tengo idea de la edad de la intendenta? Pero le voy a pasar el número de Secretaría Privada que ahí le van a decir, anote, cuatro tres cinco cero siete dos.
-No le cortes así, sos guacho vos Juan ¿eh?
-Es que no tengo ganas de saber nada con nadie, y menos con la intendenta, quiero hacer como que no estoy en la Municipalidad, Nadia, volviendo a los santos…
-¿Qué pasa con los santos?-Desi y su amigo de Sueldos entran con la bolsa de facturas…-Ojo con decir cosas feas ustedes dos ¿eh? Que después se nos llena de mala onda la oficina.
- Bueno, listo ya llegó Desi y no podemos hablar más.
En la pantalla de Nadia se ve una foto de dos jóvenes en blanco y negro, son Robert Mapplethorpe y Patty Smith otra vez. El libro que tenía la chica de la misa en Cortínez en Tommaso.
-Ya pusieron el libro en la web? Salió impreso hace sólo dos meses Ah! Ahora entiendo por qué te permitiste la pulserita vos Nadia.
-Qué hijo de Puta que sos Juan, lo decís por Mapplethorpe… no se te escapa una eh?
-A mí me gusta mucho la obra de Mapplethorpe, ya sé que si digo eso ya estoy en el club gay ¿no? No me importa, me parece un gran fotógrafo.
-Totalmente, fue un gran artista, esto de los íconos católicos casi que lo inventó él.
-Lo inventó él, después vinieron los ídolos de los chicos bafici, como Marcos López, Pierre et Gilles, Lachapelle, éstos fotógrafos pop kitsch.
-Qué son los chicos bafici?
-¿Nunca fuiste al Buenos Aires Festival de Cine Independiente?
-Está ahora en el Abasto, yo voy con mi hermana mañana, vamos, no te lo podés perder.
-Mañana…- arruga la trompita, ahora me estoy reconciliando con la vida, una amiga para charlar así, charlar…para toda la vida estas conversaciones.
(gracias, Señor, por darme a Nadia todos los días)
Continuará.

lunes, 13 de septiembre de 2010

Fátima camino al filo, 7 a. m.


Mucho sueño para atarme los cordones acá en el Rancho. Para ir al filo de la sierra hay que salir temprano. Acá estoy, firme, para que se me pase el stress, para que vuelva la calma de “Fátima controlada, que hace bien las cosas, que nunca nos defrauda”, para mi descanso tuve que enfrentar los ojitos fríos del hijo de Don Yiro y pedirle un adelanto de vacaciones en el vivero, y tuve que hablar en la facu para postergar mi parcial y con los chicos para que me banquen la entrega de fin de cuatrimestre. Para tener la tranquilidad, primero tengo que ganármela, enfrentarme a pedir, que es lo que más me cuesta, porque nadie lo hace por mí, ni pensarlo, yo soy la adulta, siempre fui adulta y en casa todos son chicos, más ahora, adulta, iniciada, en la muerte, en el amor, igual, igualita a la amante del Amante de la china del Norte, una nena y su amante adulto.
El adulto, Xavi, ¿El maestro? ¿Ese dolor había que atravesar para aprender? ¿Y a mí qué me importa aprender las cosas del amor? En realidad no necesito que los varones después de estar conmigo queden prendados y no dejen de llamarme, seguramente porque sé garchar y me gusta, no necesito ser deseada, necesito refugio, necesito un nido, un amparo.
Estuvo astuta mamá: -“Un llamado a Estela y tenemos el Rancho de San Javier en Traslasierra por una semana. Te vas tranquila unos días, eso te va a sacar todo este infierno de encima, yo no puedo ir, no puedo dejar a Pirucho sólo, vos sabés… pero te buscás alguien que te acompañe. Y si no, tenés a los caseros y a la gente conocida de allá, que son tan amorosos.”
No se equivoca, me conoce y sabe que este lugar es bueno para mí. Conoce mi naturaleza, sabe que estar afuera, al aire libre, me hace bien, me revive, sabe que la naturaleza se encarga sola de mi.
Acá en la sierra no existe la historia pasada, ni la muerte, ni la pena de amor, acá sólo está el olor fuerte a hierbas, que se vislumbra cuando voy llegando por el camino angosto y sinuoso de piedras rodeado de espinillos.
Es acá donde la sierra se recorta como encajada en el cielo, como fuera de escala en un paisaje tan modesto, porque no están los bosques largos ni el agua majestuosa del sur, acá la sierra se te viene encima, estamos en traslasierra, en el reino de los pájaros, de los yuyos, las piedras, las pircas y el romero, de la cabra y el matuasto; acá se puede respirar porque la gente respira, come, camina, trabaja, pero hace eso, sin más, cada cosa tiene su nombre y su lugar.
Y cuando llego, me pongo alpargatas de yute que compro en el pueblo, y no me las saco, pisando por piedras, calles y capillas, casas de té alemanas y casino de Merlo San Luis, a veces se mojan en los arroyitos y se hinchan y me aprietan los pies, y se ponen bigotudas, pero se vuelven a acomodar, así es la vida acá: poco, austero, cándido. Me dejo las alpargatas hasta que piso la provincia de Buenos Aires, es un ritual, sacarme las alpargatas es haber vuelto, es la campanada de las doce, cuando se acaba el encanto.
Pero hay un día, sólo un día en que no se usan las alpargatas en la sierra, y es cuando se sube al filo, como hoy: la subida dura todo el día, y los que no somos de acá no nos bancamos esa travesía sin unas zapatillas y un par de medias, agua, algún sándwich y chocolate, eso es una tradición oral de los turistas, y nadie la deja de lado, hacerlo sería una falta de respeto para el habitante de San Javier, que sí puede hacerlo con el calzado habitual, porque es serrano.

Elena, a la noche:

-Encontraste mesa, amor
-Sí pero ya me estaba levantando, la chica viene a cada rato para ver si pido y hay gente esperando afuera ¿Qué compraron? ¿a ver? Una muñequita con ropa típica, ¡qué hermosa!
- ¡Y esta bola de cristal!
-Mirá ma, y un monedero, palitos para comer…
-Mirá y un dragón, ma!
-¡Pero es mucho esto! Pablo, la muñeca esa era carísima... ¿Le dijeron gracias a Pablo?
-Ya arreglamos con los chicos, esta noche no nos volvemos, nos quedamos a dormir en un hotel y mañana vamos a la Biblioteca Nacional, dale Elenín?
¿Y cuando se canse de cogerme y jugar a la casita qué va a pasar? ¿Qué quiere éste pibe?
-Bueno, vamos a ver, si se portan bien…
Si se portan bien los tres, incluido él, si no mete la pata con alguna pendejada que me irrite y arruinemos la noche, como tantas noches. Qué ganas de joder, Elena, ¿por qué no te quedás sola?
El chico de Tomaso, el de la misa de Cortine,s quiero estar con él, Juan Manuel, se llama Juan Manuel, Sandra me lo dijo, cómo me dice todo, Sandra el libro abierto de cómo comportarse y qué saber en Luján: “Se llama Juan Manuel, iba a la Industial, y trabaja en la Municipalidad, es arquitecto, tiene un hijo con una mina de Buenos Aires, está con alguien ahora, creo, pero viven por Carlos Keen por eso no se los ve mucho, la mina vino dos o tres veces al local, se llama Cecilia, sí es linda, es bastante linda rubiecita, flaca, él es medio bohemio me parece, porque ¿viste? ser arquitecto y estar trabajando en la muni… pero ¿te gusta ése seguro? Vos estás loca, con el bombón ese de Pablo que tenés, yo la verdad no te entiendo mucho Elena, siempre igual vos, siempre dando vueltas, dejáte de joder, ya los chicos lo conocen , se queda en tu casa casi todo el tiempo, te compra cosas…
Continuará

lunes, 6 de septiembre de 2010

Juan Manuel, lunes de septiembre


Ayer cayó lluvia, una lluvia completa, sanadora, hoy paró. La mañana mojada.
Trato de encontrar el verde, sí, el verde cargado de agua, las hojas cuelgan pesadas del otro lado de la ventana.

Con los brazos bajo la cabeza en la cama, me dilato, y sé que voy a llegar tarde. El corazón latiendo de nuevo, las palpitaciones, el acelere. ¿Por qué tenían que empezar los achaques? Presión alta, basta de sal, miedo a morirme dormido del corazón, de irme a dormir y no despertarme, ya está, llegó, después de los cuarenta un declive entero, declive de carne, de salud, de chances.
Si estuviera Marquitos conmigo por lo menos, si pudiera ser su padre, criarlo. Ahora su papá es Cacho, el que lo pasea por todo el mundo,hoy por Disney París. ¿Y el hijo que quiere Cecilia? Acá al lado, durmiendo es hermosa, inofensiva, su respiración imperceptible dibuja la silueta de un hijo ahuecado en la cama entre nosotros... pero no… no sé ¿Otra vez con el corazón abierto dando, dando, rompiéndome de amor y deber para que ellas cumplan con su mandato o instinto y pidan, reclamen, pidan, reclamen?

Salgo de la ducha. Aún estoy a tiempo para volver con Mara ¿Aún estoy a tiempo para volver con Mara? Porque, para empezar de nuevo con lo mismo, y que termine de la misma forma ”Alone again, naturally…” Y yo no quiero sufrir más, y yo no quiero estar sólo.
Nunca les alcanza a ellas (¿O nunca me alcanza a mí?)Yo la dejé a Mara suponiendo que Yo no le alcanzaba, pero si lo pienso bien, ella a mí no me alcanzaba, era yo el insatisfecho.
Insatisfecho por miedo, siempre el miedo al abandono; no termino de entender esa teoría de quedar enganchado con lo que te hizo sufrir en la infancia. El abandono. ¿O el juego es abandonar antes de que te abandonen y ganar de mano? Patético. Lo voy a hablar con Angel mañana en la sesión….


…caminando al trabajo, como los viejos que tienen que caminar por el corazón, igual, pongamos que es para ver un ratito la mañana antes de meterme en la oficina roñosa y empezar a estornudar por la alfombra y a acomodarme en la prisión de ocho horas.
El fresco con olor vegetal desde el patiecito de delante de esa casa, ése olor que no puedo describir… me mueve todo, me abre la herida deliciosa, qué poético, hoy estás hecho un puto Pet Shop Boys, o Cristian Castro… Media cuadra adelante una mina, debajo del tapadito negro me parece que hay un culo importante.
Acelero el paso, se dio vuelta, es… ¡es la mina esa! La mina del libro de Patti Smith, la de la misa en Cortines, me hago el boludo y doblo y ella sigue, ¿Dónde irá? Es parecida a ésta actriz que ahora está grande, ¿Cómo es?... sí esa yegua de la foto sentada en bolas de Helmut Newton, sí, igual, pero castaña, porque la otra es más rubiona, ¿Cómo es? Charlotte Rampling, si, cómo le gustaba a mi viejo… ¿Así que de chiquita iba a misa a Cortines? ¿Cómo sería de chica? Seguro que no llamaría la atención, tal cual, como esas nenitas con las que te pusiste en bolas, jugaste al doctor, al panadero, al carnicero, al jinete y nunca tuvieron sexo más que para explorar en algún momento y seguir siendo un par, un amigo. Pero el día menos pensado, cuando menos te lo imaginás, un minón, ahí, parada frente a vos, una bestia que te avergüenza, que te deja como un boludo boquiabierto a lo Francella mirá la nena.
Como Laura, cuando íbamos a pescar con nuestros viejos y con Mariano…la luz naranja de película Súper 8, los pantalones Oxford de los tres pisando el pasto medio seco del invierno con pintas verdes de primavera… y he aquí los escalones de la Municipalidad, que me devuelven a este cuerpo ya achacoso, que quiere volver allá… al arroyito de Aeroclub, la chica de la Misa en Cortines…
Frente a mí el reloj, piiip, la fichada de la tarjeta, Juan Manuel Costa . Legajo 5451. Registrado
Continuará