jueves, 26 de agosto de 2010

Entramos a la casa del río por el campo. Parte 2 : Elena




Nunca había visto antes al tipo que está hablando de la misa en Cortines, y no puede encontrar rastro en él de ningún niño en algún banco ni altar. No, no lo recuerda. Ella también había mirado y estudiado todo, los chicos rubios entre la gente del pueblo, entre la gente que en su mayoría trabajaba o había trabajado para las fábricas, los monaguillos, que se aburrían o se tentaban, el cura con un acento cerrado y un discurso simple y efectivo, el mejor orador que había escuchado en un ámbito católico, ese cura concreto, frío y cómico que con sus historias había contribuido con la fuerte etapa mística de sus catorce años, mmm… el tipo de la mesa de al lado también habló de sus catorce años…
Le gusta, le gusta bastante, tiene ojos verdes muy lindos porque hablan, y nariz grande y boca fina, tiene la barba un poco crecida y ese desaliño que a ella ama en los tipos, un desaliño no estudiado, un desaliño como acompañando un constante estado de ensoñación o concentrado tormento, ese estado Resteless mind, así lo define Elena, estado que la acompaña a ella también… eso es lo que hace ver a ese hombre como alguien cercano, además de la misa en Cortines.
El que está con él es el grandote que trabaja en prensa de la municipalidad, que casi todos los días está sentado acá en Tomaso en algún momento de la mañana, cuando ella pasa y mira para adentro, tomando un café con otros, con los de siempre, pero a éste pibe no lo vio nunca… ¿de dónde salió?
El chico habla apasionadamente y describe con las manos y la cara. No la miró ni una vez. Y ella sólo lo mira a él, aunque trata de disimular.

Un día distinto… por fin una sensación no sabida, no esperada; hoy le tocó a ella…

Ella, que hoy temprano se despidió de Pablo y se pasó la mañana amargada por los celos, imaginándolo allá en Buenos Aires en este veranito de agosto, con sus jóvenes hormonas renovadas ante el meneo de las tetas frescas que empiezan a ventilar las vanidosas porteñas.
¿Y ahora? Qué sorpresa. Qué sensación…

La revista caras con la mujer de Simeone y Simeone en la playa cae y la torpeza de ella es recompensada por la mirada de él, pero sus ojos van inevitablemente al libro que Elena está metiendo en la cartera para irse, Robert Mapplethorpe y Patty Smith en la tapa abrazados y hermosos, también desalineados y restless minded; los ojos verdes vuelven a ella y ella le dice, osadísima, con el corazón y la presión como tambores:

-Yo iba a esa misa en ese mismo tiempo y te miro te miro y no me acuerdo de vos…

Se desubicó, sí claro, como siempre, (callate Elena boluda), porque él la mira por unos segundos con los ojos abiertos sin decir nada.
Ella se empieza a mover rápido para irse y por suerte él racciona:

-Sentate, contame..

-Se me hizo re tarde escuchándote - está aturdida, se quiere ir, como siempre, escapar de las emociones, de los momentos que le tocan a ella, vergüenza de protagonizar los momentos, vergüenza de protagonizar…

Continuará

martes, 17 de agosto de 2010

Juan Manuel:Entramos a la casa del río por el campo


Entramos a la casa del río por el campo. La casa del río es totalmente distinta de este lado, que en realidad es el otro lado, porque el lado clave es el del río.
Es algo acastillada, con torres y tejados muy europeos, no se parece en nada a ese lado que veía cuando remaba en el Timón; una enorme ventana circular que se posaba sobre el río, que casi se metía al agua, una casa a la que se podía entrar en bote. Yo veía esa casa como una especie de hermana de la “casa de la cascada” de Wright, porque entraba en la naturaleza sin molestarla.
Yo tendía…catorce, y Frank Lloyd Wright era mi ídolo, él había sido uno de los mayores arquitectos de la historia, realmente un adelantado, un romántico, una buena persona, genial y precursora, el libro ese, Usonia, la novela sobre su vida, qué buen libro ese, mirá, creo que por esa novela soy arquitecto ¿dónde estará? ¿Lo tendrán los chicos todavía?, me parece que Marquitos me lo había pedido, otra vez sin reclamar los libros, yo.
No sabía cómo eran los que vivían adentro, porque nunca, nunca había visto a nadie en la casa ni cerca, y mirá que iba a remar casi dos veces por semana. La casa se deslizaba en la orilla como una balsa a medida que yo avanzaba con el bote. Bueno, yo me enteré de que vivían ellos en esa casa por comentarios de mis viejos, obvio. “Esa casa que dice Juanma que ve cuando va a remar también debe ser de los Heyerdall.”
Ellos eran como la familia real en ese pueblo, eso me lo había contado mi abuelo.” Una estancia enorme, pero no como la de Alejandro Roca, no como la de Unzué, una estancia como de otro país, con pavos reales, ciervos…Un parque, un verdadero parque, con los pinos que llegaban hasta abajo, y sólo pasto como una alfombra y arbustos ocupando más o menos dos hectáreas, y una capilla, si, la capilla que le regaló Don Julio a su mujer…ellos habían tenido dieciséis hijos, había una monja…la monja no vive en Argentina…"
Y seguía el abuelo con las historias de su trabajo como alambrador de la estancia. Pero yo me quedaba pensando y soñando con ese lugar de oto mundo.
Después vino la misa en Cortines, mis viejos y sus amigos católicos se empecinaban en encontrar una misa que los representara, y cuando vieron que eso era imposible, buscaron al menos una que los entretuviera, como en este caso, los domingos a las nueve de la mañana en un diminuto pueblo cercano, un cura belga que hablaba simple y contaba parábolas e historias de santos. Y hablaba corto.
Ahí vi por primera vez a los Heyerdall: Alrededor de cuatro familias que se alternaban, porque no iban siempre los mismos, a veces estaban todos, a veces pocos, pero nunca ninguno. Eran perfectamente identificables por varios motivos: los hombres eran los únicos muy altos y castaños o rubios de pelo lacio y los únicos que cantaban con voces potentes de coro de iglesia. Las mujeres eran rubias, casi todas, vestidas con sobriedad, con austeridad, y los chicos, rubios, pero no rubios como mi hermana, o mis compañeros, rubios con el pelo casi blanco, lacio y poco. Estaban todos juntos, siempre quietos y respetando la misa, nunca se daban vuelta para mirar nada. Y ahí estaba ella. Inge, ella me inquietaba, ella era el misterio, lo raro,lo otro, lo extranjero, lo lejano,una chica que compartía la comunión conmigo pero que no sabía ni sabría nunca de mi existencia, aunque alguna vez haya estado sentada al lado mío, en el mismo banco.
Inge, (sabía que se llamaba así porque a la salida la habían llamado para subir al auto) tenía ojoscomo dos líneas algo encapotadas y hundidos, tenía la cara angosta y afilada, todo en ella era angosto y afilado, estaba llena de pecas, era muy alta y flaca y con el pelo como todos sus hermanos y primos,ya casi verde,sí, verde como las sirenas de Ulises…
Continuará

lunes, 9 de agosto de 2010


Juan Manuel, Lunes:
Otra vez aplastado, ¿Por qué histeriquean con la guita? Díganme de una vez, “y si, boludo, no te pagamos más el plus que te prometimos, y…no podemos flaco, tomalo o dejalo. No, siguen forreando, haciéndonos sentir que si trabajamos bien, si no lloramos ni nos quejamos no hay guita, porque no respetamos el código argentino medio pelo hijo de puta.

“Juan, ¿Vos viniste con el auto? Hay que llevar a Los de la Televisión Checa a Jáuregui”

En el auto vamos mirando la llegada a este pueblo que fue, que no se sabe qué es. Los gringos van maravillados, tratan de encontrar familiaridad entre el león de la cancha de Flandria y el de su país, todo les resulta raro, ese arco neoclásico monumental entre la tupidísima vegetación, el monolito homenajeando a Don Julio y su mujer en un bajorrelieve hecho por el mismísimo escultor del Monumento a la Bandera… la invitación al museo de la fábrica que fue, y, en el estacionamiento, el recelo hacia nosotros de los guardias de esa misma fábrica que es ahora un parque industrial.
Olga me habla de un amor catalán que tuvo, y entona apasionada la canción que le había escrito, con una letra que quiere ser caliente y latina y sólo resulta una réplica eslovaca de una de las más tibias de Banana Pueyrredón… me mira a los ojos, yo lo único que quiero es terminar de ver el museo este de la fábrica y volver a Luján.
Mis contactos, esos contactos que me ignoran, soy el hilo invisible de contactos, de obras, de negocios, yo con mis convicciones, con mis amadas y malditas convicciones…las que me mantienen joven siempre, esas convicciones que me impiden “rascar” algo, ¿No puedo ser ni un poquito chanta?¿Ni un poquito negociador alguna vez? De operador ni hablar ¿no?
OPERDOR POLÍTICO, el heredero de la viveza criolla, qué asco, ¿será mi resentimiento de eterno laburante honesto y mal pago que me hace sentir la palabra OPERADOR POLÍTICO como una patada en el estómago? Puede ser, no sé, lo hablaré con Angel el martes.
Frenamos. A través de la ventanilla alguien me tiende la mano, me sorprendo,es el hijo del dueño de la antigua fábrica, ¡uno de los príncipes! Las chicas estás rojas de emoción, lo logramos, ¡Ahora nos está invitando a su casa! ¡La casa del río! OoooH , ahora sí esto te interesa ¿Eh Juancito?
Mirko filma, nos hace detener ante lo más ínfimo y yo sólo quiero llegar a la casa del río… Continuará





Fátima, Lunes:
En el bar suena una música que la vuelve loca, de dolor, de nostalgia, Tajabone; nunca pensó que ésta canción iba a musicalizar éste momento. Sara la mira con sus grandes ojos húmedos, mojados, con ojeras marcadísimas, con una mirada helada, helada y asesina, ya no indiferente, como cuando Fátima iba a su casa a tomar las clases de Xavi.Esta canción no merece estar en este momento.Esta vieja no se lo merece,la situación sordida horrible no merece esta música.

“Sabés que Xavier no va a despertar.”

“Y también sabés por qué vine a verte.”

“Sos la última persona con la que él estuvo. Y Kathy aún no lo sabe. No se lo decimos porque está muy mal, esto es un desastre. Nuestra familia no se va a recuperar nunca de esto, ¿te das cuenta? nadie sabe por qué le hicieron esto, nadie lo sabe.

“Sara… disculpe, él se hizo esto, usted lo sabe bien, está muy claro, usted sabe que todo indica que se suicidó”.

“Querida… yo entiendo que tenés que decir que se suicidó, porque no te conviene la situación en la que estás metida… pero el arma no está, eso te queda claro ¿no? No es un detalle menor.”

La música, el aire, el olor a café, todo se empieza a nublar, el calor sube a la cara y las orejas laten.
Elegante e irónicamente quiere decir sos sospechosa,putita, otra vez el desprecio,como siempre, el mismo que le hacía sentir Xavi casi todas las veces, marcar la diferencia, chica de barrio deslumbrada por el fantástico, hermoso, virtuoso guitarrista que tiene a todas las mujeres deslumbradas, grandes, chicas, medianas, niñas, y que asume su seducción como algo inevitable, como algo ajeno a él, como un ente que convive con él y lo libra de todo razonamiento o planteo moral.

"No me interesa lo que usted piense, pero no se haga la boluda. Xavier estaba con muchas más mujeres que conmigo, su novia lo sabe, por eso lo dejó. Ella se va a recuperar, ya está prácticamente recuperada, si no pregúntele, hace un mes que sale con el señor de la carnicería de Las Catalpas, ¡Oh, qué horror! ¿no? ¡Xavi muerto y Kathy con un Carnicero! ¿Qué será peor para su familia, Sara? ¿La muerte de su hijo o la putez de su nuera o ex nuera? A mí déjeme de joder, ya bastante daño me hizo su hijo,¡vieja hija de puta! Qué galán el nene ¿no? Usted sabía todo, por favor…

El latido de la cabeza está en el pecho muy muy rápido, se escapa, no lo puede controlar… se escapan los latidos... Un brazo la sostiene, ve más borroso ahora y todo se licúa y hay un olor a quemado dentro de su cabeza, y la voz de Don Yiro, “es mi empleada, acá estoy Señorita Fati.”
“Preso de tu ilusión, vas a bailar… a bailar bailar… Continuará

Fátima, Lunes:
En el bar suena una música que la vuelve loca, de dolor, de nostalgia, Tajabone; nunca pensó que ésta canción iba a musicalizar éste momento. Sara la mira con sus grandes ojos húmedos, mojados, con ojeras marcadísimas, con una mirada helada, helada y asesina, ya no indiferente, como cuando Fátima iba a su casa a tomar las clases de Xavi.Esta canción no merece estar en este momento.Esta vieja no se lo merece,la situación sordida horrible no merece esta música.

“Sabés que Xavier no va a despertar.”

“Y también sabés por qué vine a verte.”

“Sos la última persona con la que él estuvo. Y Kathy aún no lo sabe. No se lo decimos porque está muy mal, esto es un desastre. Nuestra familia no se va a recuperar nunca de esto, ¿te das cuenta? nadie sabe por qué le hicieron esto, nadie lo sabe.

“Sara… disculpe, él se hizo esto, usted lo sabe bien, está muy claro, usted sabe que todo indica que se suicidó”.

“Querida… yo entiendo que tenés que decir que se suicidó, porque no te conviene la situación en la que estás metida… pero el arma no está, eso te queda claro ¿no? No es un detalle menor.”

La música, el aire, el olor a café, todo se empieza a nublar, el calor sube a la cara y las orejas laten.
Elegante e irónicamente quiere decir sos sospechosa,putita, otra vez el desprecio,como siempre, el mismo que le hacía sentir Xavi casi todas las veces, marcar la diferencia, chica de barrio deslumbrada por el fantástico, hermoso, virtuoso guitarrista que tiene a todas las mujeres deslumbradas, grandes, chicas, medianas, niñas, y que asume su seducción como algo inevitable, como algo ajeno a él, como un ente que convive con él y lo libra de todo razonamiento o planteo moral.

"No me interesa lo que usted piense, pero no se haga la boluda. Xavier estaba con muchas más mujeres que conmigo, su novia lo sabe, por eso lo dejó. Ella se va a recuperar, ya está prácticamente recuperada, si no pregúntele, hace un mes que sale con el señor de la carnicería de Las Catalpas, ¡Oh, qué horror! ¿no? ¡Xavi muerto y Kathy con un Carnicero! ¿Qué será peor para su familia, Sara? ¿La muerte de su hijo o la putez de su nuera o ex nuera? A mí déjeme de joder, ya bastante daño me hizo su hijo,¡vieja hija de puta! Qué galán el nene ¿no? Usted sabía todo, por favor…

El latido de la cabeza está en el pecho muy muy rápido, se escapa, no lo puede controlar… se escapan los latidos... Un brazo la sostiene, ve más borroso ahora y todo se licúa y hay un olor a quemado dentro de su cabeza, y la voz de Don Yiro, “es mi empleada, acá estoy Señorita Fati.”
“Preso de tu ilusión, vas a bailar… a bailar bailar… Continuará

martes, 3 de agosto de 2010


Fátima, Lunes: Hoy desde temprano empiezan las viejas a joder. La música pop francesa no le gusta a Don Yiro, pero es lo único que a Fátima le ayuda a hablar, entender, cobrar. Desde hace una semana necesita música del pasado, historias de otros, cosas que no le pertenecen para poder seguir. Y por qué seguir? Porque ella es fuerte, porque la vida es linda, en fin, por todo, y porque sí, porque ella es así. Su papá dice,”Fátima es Así, siempre va para adelante”. Su mamá también lo piensa pero no lo dice, la prefiere débil.
Llegó al vivero a las nueve con el típico mareo de las horas de la noche sin dormir, sonrió a Don Yiro y le dio la mano; las flores no podían estar más hermosas, eran magia en el frío que arrugaba todo esta mañana. Había traído la cámara para sacar fotos a las bulbosas antes de que llegaran las viejas del barrio, ella sabía que el lunes iban a venir en patota, pero nunca pensó que tan temprano.
No había podido ni sentarse a tomar un té con Yiro, ni comer una de las medialunas finitas que había comprado, las mujeres llegaron como si se repartiera harina en una hambruna post guerra, pero en este caso eran bulbos exóticos que sabias manos japonesas habían convertidos en flores exquisitas de invierno. Mona fue la primera en llegar, Mona hace poco que vive en esa misma calle y ha impuesto su estilo esta temporada entre las mujeres del barrio. Qué increíble, Fátima pensaba que esa manera tan sabia de imitar y combinar looks de gente original que a la vez se inspira en otra y así eternamente, era exclusivo de sus compañeros de facultad, los chicos BAFICI, como los llama su hermano, ahora sabe que es una constante ente distintos grupitos acomodados de la ciudad de Buenos Aires
Don Yiro ha conseguido este invierno maravillas que Fátima no imaginaba. Los narcisos son amarillos muy brillantes, con una trompa dentada que excita, que lleva a acercar la boca para rozarlos y notar que el perfume es extremadamente sutil, casi imperceptible.
“Hola mi querida ¿Cómo estás?” Mona, con un gorro de piel negro y el pelo mezcla rubio y canoso en una trenza, avanza hacia las jacinteras.” ¡Al fin encuentro jacintos tan amorosos como los de granny! ¡Mi niñez!... Míster Yi, please, quiero todos los jacintos blancos, y también un ramo de junquillos”.
El vacío en el estómago se olvida un momento frente al placer del ruido del ramo de junquillos, otra sensación lejana y voluptuosa; es el mismo ruido de los tallos de lágrimas de la virgen que cortaba en la casa abandonada de la esquina cuando era chiquita…
Los ojos están detenidos en el blanco nácar de las muguets que está envolviendo, el parloteo de las mujeres se convierte en un zumbido, que se interrumpe de golpe cuando levanta la vista y ve, avanzando hacia ella, a la madre de Xavi, Ahora se detiene y la agarra del brazo suavemente murmurándole al oído: ¿Tenés unos minutos para tomar un café acá al lado?
Continuará